lunes, 23 de julio de 2012

El Elegante Caballero tiene arrebatos. . . (Parte II)


Arrebato (Parte II)
Tras las rejas el hombre se agitaba en sueños, el alguacil miraba en silencio a aquel malnacido que en su cuenta tenia 5 asaltos a trenes federales, la vida de 1 menor, 4 mujeres y 17 hombres; dos de ellos ayudantes suyos, y mas importante aun amigos cercanos. Lo había seguido por mas de 4 estados del sur, tras 7 meses de cacería por fin lo había atrapado.
El hombre tras las rejas profirió un sonido gutural, parecido al que uno hace cuando comienza a ahogarse, se incorporo bruscamente y quedo apoyado en sus codos, con los ojos desorbitados mirando en todas direcciones y el rostro cubierto de sudor. Al notar al alguacil dio un pequeño gritito y retrocedió un poco en su sucio y viejo catre, toco la pared con su espalda y sufrió un sobresalto mas.
Al ver el estado deplorable en el que estaba no pudo evitar sonreír,  –La conciencia suele jugar malas pasadas– dijo el alguacil en tono casual. El prisionero lo miraba fijamente sin pestañear, el pánico de su rostro desapareció de súbito, reemplazado por  una mascara de cínica serenidad, –Temo que desconozco de lo que usted esta hablando alguacil, en mi vocabulario no existe algo parecido a la conciencia. Quizás para el puñado de cerrados de mente que habitan este pueblucho signifique algo, yo me encuentro más allá de esos preceptos. –       BLAM.
El disparo sonó como un cañonazo en el pequeño espacio de las celdas de detención, el prisionero en un arco reflejo cubrió su rostro para intentar detener el tiro, el olor a pólvora era intenso,  el prisionero sintió un tibio liquido correr por la parte interior de sus muslos, al darse la vuelta, pudo ver que la bala quedo incrustada a 3 centímetros arriba del sitio donde su cabeza había estado antes del tiro.
El alguacil rio un poco, odiaba a “tipos duros” como el que tenia enfrente, el poder hacerlos orinarse encima era una de las pocas cosas que le agradaba al lidiar con ellos; muy pocos eran duros después de 3 noches en las sucia celda que tenia reservada, a los que les quedaba un poco de “dureza” solían perderla después de un juicio publico donde el veredicto era la soga; este no parecía ser ninguno de los anteriores, era como una de esas serpientes de este lado del desierto que  aun después de decapitadas intentaban darte un ultimo mordisco. Era astuto y muy probablemente por su manera de hablar, había ido a la escuela más de lo necesario para trabajar la tierra o unirse a un convoy de transportes. No obstante el alguacil era astuto como un diablo y había asistido a la escuela dos años más a petición de su padre.  Con el juego en tablas el prisionero tenia las de perder.
–Parloteas mucho… y no me sorprende que una bestia como tú no sienta culpa por sus crímenes, han sido muchos como tu los que me han mirado desde ese mismo lugar, conozco a los de tu calaña. – dijo tranquilamente, mientras regresaba el revolver a la funda de donde había salido a una velocidad vertiginosa. –No es una Visita social, así que será mejor que cierres esa sucia boca–, el prisionero asintió mientras hacia la pantomima de cerrar su boca con un candado y arrojar la llave. –Veo que te diviertes aquí, casi siento pena por que tengas que terminar tus vacaciones colgado frente a todo el pueblo. –, ambos se miraban a los ojos mientras el silencio se apoderaba de la estancia, un largo rato estuvieron asi, en silencio, sin apartar la mirada del otro durante lo que parecieron ser horas para el prisionero, –No habrá confesión para ti, y no habrán una ultima cena para ti, solo obtendrás tu “last will”. –
El rostro del prisionero se contrajo como si lo hubieran abofeteado, calvo su mirada asesina en los ojos del alguacil, – Y dígame, pese a que intuyo ya su respuesta, a que se debe esta cruel alteración de las normas humanas, ¿acaso un desdichado condenado a muerte, como su servidor, no merece un ultimo bocado y la oportunidad de pedir el perdón de dios nuestro señor? –  dijo de manera teatral y dolido el prisionero. La sonrisa desapareció del rostro del alguacil, dio unos pasos sin apartar la mirada, metió la mano al guardapolvos y extrajo un cigarrillo y una cerilla, la raspo contra su uña y dio unas caladas al cigarrillo, la cerilla arranco unos destellos a la placa que pendía de su pecho, –Un hombre como tu, si a alguien de tu tipo se le puede llamar así, no tiene derecho al perdón, tu no le concediste esa oportunidad a Robert cuando lo acribillaste en el tren, y te quitare tu comida, al igual que tu se la arrebataste al pequeño hijo de Robert cuando acabaste con su padre y su madre. Y si eres tan listo como te crees, esa intuición tuya te dirá que no es una gran idea presionarme. No solo traigo malas noticias esta noche, tengo dos últimos obsequios que pueden gustarte, hoy debo llevar al pequeño hijo de Robert al orfanato, esta justo afuera, si te disculpas hare que te traigan algo de comer. –
El prisionero miro atónito al alguacil en sus 29 años de vida no había estado tan sorprendido, asintió levemente sin mirar a ninguna parte. El alguacil dio media vuelta y salió por la puerta.
El prisionero se lanzo rápidamente a sus viejas y gastadas botas, ambas eran de distinto par; la más nueva era negra con costuras, pero la que le interesaba era la bota café. Hacia más o menos 6 años había encajado una hoja metálica afilada en su suela y la había ocultado con una tira de cuero, el andar de los años la había hecho imperceptible.
Ahora fuera de su escondite la vieja y oxidada hoja parecía cantar, y su macabra canción lenta y fría hablaba sobre saludar y compensar al pequeñin.






miércoles, 18 de julio de 2012

El Elegante Caballero se enorgullece...


El Elegante Caballero suele tener arrebatos, le gusta escuchar música mientras bebe ( mala copeando en algunas ocasiones), escribe, aprende, ve malas películas, viaja; pero todo esto lo hace acompañado.

Uno no debe beber solo (a menos no se divierte tanto como en compañía), WoW no es lo mismo sin los amigos de la alianza y que decir de los viajes, sin amigos serian impensables.

Una de las compañías que nunca se separan de este Caballero es mi muy amada mochila (por mas triste que esto pueda sonar). Esta mochila lleva en servicio mas de dos años, adquirida del salario de mi segundo empleo. Junto con ella he recorrido muchas zonas del país, me han asaltado (aunque pude conservarla), he sufrido, he reído, ha cargado un sin fin de cosas inútiles y también una gran cantidad de cosas mas útiles.  

El 8 de Agosto de este año retomare mis estudios en la Facultad de Ciencias, y para iniciar este nuevo ciclo (escolar y de la vida), me separare de esta vieja y desgastada acompañante.
Es duro y triste despedirse, pero ha cumplido mas de lo que el deber le indicaba y el día de hoy no podría estar mas orgulloso de poder decirle adiós y de muchas otras cosas; el Elegante Caballero se enorgullece de ser un bebedor compulsivo, de no poder dejar de fumar por mas de tres días, de ser un inadaptado social, de ser el mal hijo, de ser calificado como el mayor manipulador de la historia humana, también estoy orgulloso de poder mirar a todas mis conocidos al rostro sin culpas, de poder ayudar en casa y ser un miembro importante de ella, de ser un bravucón, un romántico incurable, de ser un tonto, o ser demasiado listo (en cosas que no tienen ninguna utilidad),ser molesto...el Elegante Caballero se enorgullece de la vida que ha llevado, que tiene y que podrá tener en un futuro y de una lista aun mas larga que no puedo seguir extendiendo por temor a aburrirlos y a caer en un sin fin de redundancias.

Y hoy espero que ustedes los pocos lectores que nos siguen estén orgullosos de ser las personas que son.
Una vez mas agradezco que me otorguen unos minutos de sus vidas para compartirles estos fragmentos de la miá.



Sin nada mas que agradecerles me despido.
:D



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