jueves, 3 de marzo de 2016

El Elegante Caballero Acepta...


 V. ACEPTACIÓN   
Desperté muy temprano, el sol aún no aparecía por la ventana.

Prepare café, el desayuno, la ropa, a los niños, la cartera, el trabajo pendiente del día anterior.
El día era distinto a otros, la vida parecía sonreírme a cada paso.
Llegue al cementerio y me dirigí a tu tumba, la limpie como todos los años, aunque siempre estuviese limpia por la visitas regulares de tu madre.
¿Recuerdas el día que caminamos toda la noche?
Yo lo recuerdo.
¿La manera en que reíamos con nuestras bromas pesadas?
Yo lo recuerdo.
¿Recuerdas cuando peleábamos todo el tiempo?                       Vaya que lo recuerdo.                                          
¿Los momentos felices?                                        
Apenas y recuerdo haber tenido unos cuantos.




Los días, los meses, los años me habían golpeado y habían pasado inclementes sobre mí.
En nuestros días pensé que eras lo mejor que me había pasado, que jamás podría amar de vuelta, que la vida se detendría el día que pusimos 3 metros de tierra y concreto entre tú y yo.

Pero todo se detuvo mucho antes.Morimos un poco el día que dejamos de amarnos.




El día que tuve que irme de casa, cuando lleve a otras mujeres a mi cama. 
Tu enfermedad nos trajo de vuelta, como un frío vestigio de lo que alguna vez fuimos.  A veces puedo verte ahí tendida, sufriendo los achaques de lo que te estaba matando lentamente. 
Decidiste morir dignamente, sin medicamentos, sin dolor, dejaste que te llevaran sin oposición, sin luchar...
Te odie más que nunca, por ser una cobarde, por no luchar, por no aferrarte a la vida con todas tus fuerzas.

Y henos aquí, soy más viejo que en esos días, un poco menos brillante, un poco más jodido por la vida, más harto, más cansado...
y vine a pedirte perdón una última ocasión, a decirle a una roca que expíe mis demonios.
Aprendí que a esta vida he venido a morir, que no existe el cuento de hadas sin mentiras anhelado por nosotros, que todo puede ser duro y cabrón, que la vida te va a despedazar si se lo permites.
Pero...
Como la vida misma, todo es temporal,

el amor,

el dolor,

la tristeza,

el día,

la noche.

Así como lo fuimos tú y yo.

Todo tiene un final.
Lamento no haberte dejado ir en paz, atormentarnos con mi deseo de conservarte con vida.
Solo el tiempo pudo enseñarme que la vida sigue, después de ti, después de mí.
Y te digo mujer, la vida es una rueda imparable, que un día me aplasto, y hoy me lleva consigo. 

Adiós donde quiera que estés. 


Gracias por todo lo vivido. 

Hasta siempre.


13 de Abril 1987, 
Córdoba,España.
Anónimo.


 Imagen por Fernanda Suarez, Santiago, Chile.



Por Carlos F. Díaz.



Follow Topusuranos on Twitter